Una de las reglas que hay que seguir es empezar de “menos a más”. Esto lo que significa es que empezaremos por zonas que provocan poca excitación sexual para ir avanzando hacia los lugares verdaderamente “calientes”.
Las extremidades, tanto superiores como inferiores son un buen lugar para comenzar; cuando ya hallamos cubierto esas zonas podremos internarnos hacia zonas más sensitivas como espalda, cuello y hombros.
La última zona a masajear será la de los genitales… ¡recuérdalo!
Lo anteriormente mencionado aunque en la mayor parte de las personas funciona no es ningún credo.
Tendremos en todo momento que tener una retroalimentación por parte de nuestra pareja para ver si el proceder esta siendo placentero. De no ser así se puede variar las zonas de masaje.
Aunque ningún individuo es igual a otro en cuanto a sus zonas erógenas si podemos decir que hay zonas (cuello, nuca, hombros) que por regla general son mas susceptibles a la estimulación sexual que otras.
Lo que tendremos que descubrir, a medida que habituemos al masaje a nuestra pareja, cuales son las zonas dónde reside el mayor placer a la hora del masaje.
Las zonas erógenas lo son debido a que tienen una mayor cantidad de terminaciones nerviosas. Son la boca, el lóbulo inferior de la oreja, los pechos, los genitales externos y el ano.
Aunque cada persona es un mundo, a nivel sensual y sexual también, podemos decir sin temor a equivocarnos que estas zonas que acabamos de reseñar, y debido a la gran cantidad de terminaciones nerviosas que poseen, son las zonas dónde mayor placer va a sentir el sujeto de nuestro masaje, por lo cual centrarnos en ellas provocarán oleadas de placer a quien reciba el masaje.